Ciertamente, no existe un único camino para llegar a un gobierno mundial o una Unión Global de países. Como se comentaba en el prólogo, lo ideal sería que no fuera preciso crear físicamente el PDG como partido político, que bastara con la reflexión acerca de las cuestiones en él planteadas para conseguir los fines que persigue. Pero como también se indicaba, en último término, dependerá del transcurrir de los acontecimientos el que sea recomendable decantarse por una opción u otra.

No obstante, se destaca como el mejor escenario de los posibles aquel en el que no se requiera crearlo físicamente porque eso significaría que el proceso podría llevarse a cabo en menos tiempo (los propios gobiernos en el poder ya empezarían a tomar medidas) y, a la vez, la ideología del PDG no estaría representada exclusivamente por los simpatizantes del Partido Democrático Global, sino que supondría una filosofía base unificadora para diferentes visiones de actuación.

Si por el contrario, existiera una voluntad popular mayoritaria de aplicar estos principios y los gobiernos en el poder se negaran o no mostraran interés real en ello, habría que crear el partido y concurrir a elecciones. En el supuesto de que esto sucediera en un país no democrático, sus ciudadanos tendrían que organizarse ellos mismos o con ayuda internacional para obtener el poder de manera legal, fundamentada en los principios de la democracia.

En cualquiera de los casos, el PDG ha de garantizar en todo momento la libertad de las personas a elegir su propio futuro. Jamás debe imponerse su ideología por la fuerza, coacción o de cualquier otra forma que no responda a una auténtica y genuina voluntad mayoritaria. Aunque también, como es lógico, es legítimo defenderlo de agresiones externas en aquellas zonas donde se ha adoptado como sistema.

Dicho lo cual, cabe prever diferentes variables por las que la constitución de un gobierno mundial o una Unión Global de países se llevaría a cabo: de manera progresiva, bien a través de la adhesión voluntaria de países ajenos a los ya miembros o bien a través de que el PDG se organizara como partido en un país, ganara las elecciones y actuara en conjunto con los demás estados en los que gobierne; o por otra parte, creando un marco u organización preliminar a la que cada país pudiera ir incorporándose y, solo cuando se alcanzara un punto de saturación suficiente para poder garantizar actuaciones con repercusión a nivel global, se pusiera en práctica.

Es complejo anticipar cuál de ellas sería la idónea; intervienen muchos factores. Pero en todos los casos, la mejor opción será siempre aquella que, respetando los preceptos del PDG, lleve a completar el proceso lo antes posible. Conviene recordar en este punto lo tratado en el capítulo segundo: tenemos un margen de tiempo muy limitado, dado que las estimaciones científicas en torno al deterioro del planeta y su habitabilidad son, en la mayoría de los casos, de extrema urgencia.

PUNTOS CLAVE:

• El mejor escenario de los posibles es aquel en el que no se requiera crear el PDG físicamente porque eso significaría que el proceso podría llevarse a cabo en menos tiempo y, a la vez, la ideología del PDG supondría una filosofía base unificadora para diferentes visiones de actuación.
• El PDG ha de garantizar en todo momento la libertad de las personas a elegir su propio futuro. Jamás debe imponerse su ideología por la fuerza, coacción o de cualquier otra forma que no responda a una auténtica y genuina voluntad mayoritaria.
• Cabe prever diferentes variables por las que la constitución de un gobierno mundial o una Unión Global de países se llevaría a cabo: de manera progresiva; o creando un marco u organización preliminar y, solo cuando se alcanzara un punto de saturación suficiente para poder garantizar actuaciones con repercusión a nivel global, se pusiera en práctica.
• En todos los casos, la mejor opción será siempre aquella que, respetando los preceptos del PDG, lleve a completar el proceso lo antes posible.