
Por ello, el PDG está estructurado en dos apartados principales. En primer lugar, se analiza la situación actual en la que se encuentra la civilización humana, redefiniendo términos y conceptos que han estado condicionados por pensamientos político-sociales de épocas precedentes y que, pese a su anacronismo, aún siguen vigentes quizá en gran medida por la inexistencia de una corriente de pensamiento lo suficientemente influyente para reemplazarlos. Esta es la parte esencial del PDG, en la que se sustenta su filosofía política, y abarca los capítulos 1, 2, 3 y 4.
En un segundo apartado, se tratan cuestiones de organización. Estas son, en realidad, más que medidas fijas e inmutables, sugerencias susceptibles de ser modificadas en función de las necesidades y escenarios que vayan surgiendo en la aplicación práctica de la filosofía política del PDG. Comprende los capítulos 5, 6, 7 y 8.