Teniendo en cuenta todo lo anterior expuesto, el PDG surge como una respuesta a las necesidades del momento histórico que atravesamos en cada uno de los ámbitos en los que se requiere actuación.

En sus propias siglas (Partido Democrático Global), ya sea como ideología o como partido político, se encuentran sus pilares y objetivos primarios, esto es, democracia global, porque la Tierra no pertenece a una nación, pueblo, raza o grupo de personas en concreto, sino a toda la humanidad en su conjunto, y es esta quien ha de decidir su propio futuro.

Partiendo pues de esta base, se ha de tener siempre en consideración que el objetivo último es encontrar la mejor solución para cada problema buscando el beneficio global, sin que exista ninguna otra atadura que dificulte o impida su consecución.

Es obvio deducir, por tanto, que para ello es necesario establecer un marco común legislativo, judicial y ejecutivo, que garantice el respeto a unos derechos y deberes globales que propicien el desarrollo y la defensa de los mismos; por la misma razón, para ello, deben ser consensuados, refrendados y establecidos contando con la aprobación de la mayoría de la población. Es por esta causa que el PDG no debe ser entendido como una ideología cerrada sino flexible y abierta; tampoco como una solución en sí misma, sino más bien como un medio para alcanzar los fines citados.

No obstante, pese a que debemos ser siempre conscientes de que esta es la perspectiva ideológica que defiende el PDG, tal y como se anticipaba en el prólogo, también han de tratarse cuestiones de organización que, más que ser medidas fijas e inmutables, son sugerencias susceptibles de ser modificadas en función de las necesidades y escenarios que vayan surgiendo en la aplicación práctica de la filosofía política. Acerca de esta cuestión versan los capítulos siguientes.

PUNTOS CLAVE:

• La Tierra no pertenece a una nación, pueblo, raza o grupo de personas en concreto, sino a toda la humanidad en su conjunto, y es esta quien ha de decidir su propio futuro.
• Se ha de tener siempre en consideración que el objetivo último es encontrar la mejor solución para cada problema buscando el beneficio global, sin que exista ninguna otra atadura que dificulte o impida su consecución.
• Es necesario establecer un marco común legislativo, judicial y ejecutivo, que garantice el respeto a unos derechos y deberes globales que propicien el desarrollo y la defensa de los mismos; por la misma razón, para ello, deben ser consensuados, refrendados y establecidos contando con la aprobación de la mayoría de la población.
• El PDG no debe ser entendido como una ideología cerrada sino flexible y abierta; tampoco como una solución en sí misma, sino más bien como un medio para alcanzar los fines citados.